El Camino de Santiago a su paso por la ciudad de Burgos

El origen histórico de Burgos se remonta al año 884 cuando el conde Diego Rodríguez “Porcelos”, para afianzar la línea defensiva del Arlanzón frente a las gentes de Al-Andalus, fundó Burgos y levantó una fortaleza bajo cuya protección se desarrollaría la futura ciudad. Con el tiempo, hacia el año 1035, pasó a ser la capital –itinerante- del recién creado reino de Castilla. Una estratégica y privilegiada situación geográfica convirtió desde su nacimiento a la ciudad de Burgos en una verdadera encrucijada por la que pasaban y confluían las principales vías y caminos medievales del norte de la península Ibérica. Como era de esperar muy pronto las más frecuentadas Rutas Jacobeas que enfilaban hacia Santiago de Compostela comenzaron a pasar por Burgos. Este hecho marcó definitivamente la historia y el futuro desarrollo urbanístico y comercial de la “Caput Castellae”.


Ya en el siglo XI el primitivo casco urbano de Burgos, desarrollado a ambos lados de una larga calle –la actual Fernán González-, situada en la ladera sur del cerro sobre el que se asentaba el poderoso alcázar, resultaba insuficiente ante el aumento de la población que estaba experimentando la ciudad. Ser la capital de un gran reino, que ya tenía su frontera meridional en el río Tajo, convertirse en una importante Sede Episcopal, y, sobre todo, ser paso obligado del Camino de Santiago, puerta abierta a los aires culturales y artísticos provenientes del norte de Europa, hicieron que la ciudad experimentase un inusitado y espectacular crecimiento demográfico, social, artístico y económico.

Como no podía ser de otra forma el casco urbano de Burgos se extendió buscando, y a la vez protegiendo, el alargado trazado de la Ruta Jacobea. Así, y por la vega que existía entre los ríos Vena y Arlanzón, se desarrolló la calle de San Juan. En el comienzo de esta rúa típicamente jacobea, y fuera del recinto amurallado que desde fecha temprana rodeó la ciudad, se edificó el famoso conjunto asistencial formado por el Monasterio y el Hospital de San Juan. En el otro extremo y también extramuros de la ciudad, creció el barrio de San Pedro de la Fuente o Barrio Eras en donde estaba situado el Hospital del Emperador, uno de los más antiguos de todo el Camino de Santiago.

Como aseguran algunos historiadores, todas las instituciones religiosas de Burgos giraban en torno a las peregrinaciones a Santiago. Sólo debido al incesante trasiego de peregrinos se pueden explicar las once parroquias con las que en el siglo XII contaba la capital castellana. Burgos fue la ciudad hospitalaria por excelencia del Camino de Santiago. De ello dan fe los aproximadamente 32 hospitales de peregrinos documentados por la historiografía moderna. De la mayoría de estas instituciones hospitalarias sólo han llegado hasta nuestros días sus nombres y unos pocos documentos. Los más importantes fueron: el Hospital de San Juan, Hospital de la Real, Hospital de Nuestra Señora de Rocamador, Hospital de San Juan de Ortega, Hospital de San Lucas, Hospital del Emperador y Hospital del Rey.

A partir de mediados del siglo XV los chapiteles que culminan las torres de la Catedral de Burgos, levantados por Juan de Colonia, se convirtieron en un auténtico faro terrestre que los peregrinos tomaban como referencia desde muchos kilómetros de distancia.

El Camino penetra en Burgos por dos ramales, a través de los barrios de El Capiscol, donde aún quedan unos pocos vestigios del antiguo Hospital para peregrinos llamado primero de don Gonzalo Nicolás o, más tarde, del Capiscol (Caput Scholae) de la Catedral; y de Gamonal, donde nos recibe señera la iglesia gótica de Santa María la Real y Antigua. Continúa su discurrir urbano por ambos barrios hasta hacerse uno a la entrada del camino de las Calzadas, en busca del núcleo histórico, al que accede por la plaza de San Juan; plaza importante en el conjunto urbano, a la que hermosean monumentos como la iglesia gótica dedicada al monje francés patrón de la ciudad, San Lesmes, el antiguo Monasterio de San Juan Bautista y la portada de la Casa de la Cultura, antigua puerta del hospital de peregrinos que existía en el solar. El origen de este complejo hospitalario fue la capilla de San Juan Evangelista y su pequeño hospital anejo, fundados durante la segunda mitad del siglo XI, bajo la atenta protección del rey Alfonso VI, uno de los monarcas castellanos que más impulso dio a las peregrinaciones.


A finales del siglo XI empezó a crecer la fama del monje benedictino Adelelmo, llamado Lesmes en Castilla, que, procedente de la abadía cluniacense francesa de Casa Dei, había llegado a la Península a instancias de Alfonso VI y sobre todo, de su mujer de origen borgoñés, doña Constanza. Tras acompañar a los ejércitos cristianos que tomaron parte en la conquista de Toledo, el santo varón francés recaló en Burgos para dedicarse al servicio de Dios y de los pobres peregrinos. Pensando en el futuro San Lesmes el rey castellano mandó levantar a la vera del Camino y muy cerca de la citada capilla de San Juan un monasterio que también fue puesto bajo la advocación de San Juan Evangelista. El 3 de noviembre de 1091 Alfonso VI donó la capilla, el hospital y el nuevo monasterio a los benedictinos de Casa Dei y al propio San Lesmes que se convirtió en su primer prior. Los escasos seis años que San Lesmes pasó atendiendo y cuidando a los abundantes peregrinos que recalaban en el Hospital de San Juan debieron ser tan intensos que a su muerte, acaecida el 30 de enero del año 1097, la fama de su santidad se extendió rápidamente por todas las rutas y caminos. En la actualidad, del Monasterio de San Juan sólo se conservan las ruinas de su iglesia del siglo XV, el claustro y la sala capitular del XVI. En el cercano Hospital de San Juan, reformado en el siglo XV, en tiempos del papa Sixto VI, sólo han resistido el paso de los años su fachada gótica del siglo XV y una serie de elementos de su afamada botica.

Los más famosos santos camineros de la Ruta Jacobea son burgaleses, es el caso de Santo Domingo de la Calzada, nacido en Viloria de Rioja, y de San Juan de Ortega, nacido en Quintanaortuño, o vinculados de por vida y para siempre a esta tierra, San Lesmes y San Amaro. Los dos primeros están más relacionados con el desarrollo del Camino y la atención a los peregrinos en el tramo que discurre entre La Rioja y Burgos. Ya en Burgos encontramos a dos santos peregrinos, ambos de origen francés, que se quedaron definitivamente en la ciudad para atender a los peregrinos necesitados. San Lesmes, patrón de Burgos, fue el impulsor del Monasterio y Hospital de San Juan. También el francés San Amaro se quedó en Burgos para atender a los peregrinos y enterrar a los que morían, en el cementerio anejo al Hospital del Rey.

La iglesia de San Lesmes es un templo reedificado a finales del siglo XV, tras sucesivos derribos y ampliaciones de la primitiva capilla de San Juan Evangelista, donde reposan los restos del venerado patrón de Burgos. La iglesia guarda en su interior un interesante conjunto de retablos, pinturas y sepulcros de estilo gótico y renacentista.

Desde el último tercio del siglo XIII, época en la que se rodeó la ciudad de un potente cinturón amurallado, y después de visitar la tumba de San Lesmes, los peregrinos franqueaban la muralla y el río Vena a través de un pequeño puente y de la llamada puerta de San Juan. Todavía se puede seguir con exactitud el trazado histórico del Camino Francés a su paso por el centro de Burgos. Por la calle de San Juan los peregrinos alcanzaban el desaparecido puente de la Moneda por el que cruzaban una pequeña esgueva. Tras unos cuantos metros por la llamada calle de Entrambospuentes, el puente del Canto permitía salvar el río Merdancho. Según la tradición fue el propio San Lesmes quien, para facilitar el paso de los peregrinos, canalizó el curso de las diversas esguevas y arroyos que atravesaban la zona. Muy cerca estuvo el Hospital de Michilote fundado en 1408 por el francés del mismo nombre.


Ya por el barrio de San Gil los peregrinos siguen por la rúa de San Gil, actual calle de Avellanos, hasta alcanzar por el Callejón del Infierno, la entrada al barrio de San Llorente. Dejando a mano derecha la iglesia de San Gil, que conserva magníficos retablos hispanoflamencos de los siglos XV y XVI,-favorecidos por el mecenazgo de los “ricos ommes”, mercaderes de la ciudad, en el comercio de la lana con Flandes-, el Camino enfila por la calle de San Llorente, que hoy en día se corresponde con el primer tramo de la calle Fernán González, auténtico centro neurálgico de la vida de la ciudad durante la mayor parte de la Edad Media y de la Edad Moderna. Buena parte de la actividad comercial de la ciudad giraba en estos siglos en torno al Camino y a los peregrinos. También el barrio de San Llorente fue el preferido por numerosos peregrinos franceses, alemanes, ingleses y lombardos para establecer sus tiendas, talleres y negocios. La iglesia románica de San Llorente –sus restos aparecieron bajo la actual plaza de los Castaños-, dejaba paso a una nueva rúa medieval, la de la Coronería.

Por la citada calle y pasando muy cerca del barrio de Santiago se llega con prontitud hasta la catedral de Santa María. Los peregrinos de finales del siglo XI vieron, e incluso participaron en su construcción, cómo se levantaba sobre el solar del antiguo palacio real una catedral románica. No habían pasado ni 150 años cuando se derribó la primitiva basílica y se inició la construcción de un nuevo templo gótico. Con el decidido apoyo del rey Fernando III y del obispo Mauricio en 1221 se empezó a edificar un templo que con el tiempo se convertiría en una de las catedrales más bellas e interesantes del mundo cristiano. La catedral de Burgos, declarada Patrimonio de la Humanidad y en la que se mezclan armoniosamente los estilos gótico y renacentista, está dotada de un innegable aire jacobeo que se puede rastrear en las más de treinta representaciones del Apóstol Santiago, distribuidas tanto en el interior como en el exterior de la misma. En una rápida visita, los peregrinos actuales, que ya no pueden entrar en el templo por la puerta del Perdón o de la Coronería, no deben dejar de visitar la capilla de Santiago, situada en la girola, y la legendaria talla del Cristo de Burgos. En su entorno, donde ahora se alza la Capilla de Santa Tecla, estuvo ubicada la iglesia de Santiago de la Fuente.

Dejando a la espalda la también notable iglesia de San Nicolás, que encierra en su interior un incomparable retablo en piedra esculpido a finales del siglo XV por Simón y Francisco de Colonia, el trazado urbano del Camino continúa por la calle de Fernán González. Este tramo de la citada calle se denominaba antiguamente calle o cal Tenebregosa. Era una de las calles más antiguas de la ciudad y con el tiempo se convirtió en una de las más importantes rúas de peregrinación de todo el Camino. En su entorno se encontraban iglesias dedicadas a San Román, Nuestra Señora de Viejarrúa, San Martín. Por ella y después de desfilar por delante de un sinfín de tiendas, talleres, en donde trabajaban los más variados artesanos, posadas, bodegas, albergues y hospitales, los peregrinos se despedían de la ciudad envueltos en el bullicio de un variopinto paisaje humano en el que se mezclaban los cristianos viejos, los judíos de la cercana aljama, los moriscos y un gran número de extranjeros.

El Camino sale de las murallas de Burgos por el Arco de San Martín, construido en el siglo XIV sobre una puerta anterior, con empleo de ladrillo y arco de herradura al estilo mudéjar. En las inmediaciones del también llamado Arco Real existieron varios hospitales entre los que se pueden citar el de Santa María la Real y el fundado por el franco Anequin. El Camino inicia el descenso hacia el Arlanzón atravesando el barrio de San Pedro de la Fuente o Barrio Eras y pasaba justo al lado del Hospital del Emperador fundado por Alfonso VI, fue la primera institución hospitalaria de Burgos.


El puente de Malatos, que ya estaba construido en 1165 y que era el doble de largo que el actual, permitía y permite a los peregrinos cruzar el río Arlanzón y proseguir su marcha hacia Santiago. Junto al puente, que en el siglo XVII fue totalmente rehecho, se encontraba la famosa Leprosería de San Lázaro de los Malatos. Todavía sin perder de vista la ciudad de Burgos aparece uno de los hitos jacobeos con más raigambre de todo el Camino de Santiago: el Hospital del Rey. Fundado por Alfonso VIII a finales del siglo XII y puesto bajo la jurisdicción de la abadesa de las Huelgas Reales, su primitiva construcción cisterciense fue sustituida, en tiempos del emperador Carlos I, por otra de estilo renacentista. La plateresca Puerta de los Romeros permite acceder a un patio presidido por varias imágenes de Santiago. Las puertas de madera de su iglesia se decoran con unos impactantes relieves, tallados en el siglo XVI por la escuela de Felipe de Vigarny, atribuidos a Juan de Valmaseda, en los que están representados una serie de peregrinos entre los que destaca una mujer amamantando a su hijo mientras camina. Muy cerca del hospital se encuentra su antiguo cementerio de peregrinos. En el interior del mismo una sencilla capilla del siglo XVII recuerda a San Amaro, santo francés que tras acudir a Santiago se quedó en Burgos para atender a los peregrinos enfermos y moribundos.

El Camino de Santiago, que algunos escritores lo califican como la calle mayor de Europa, ha sido reconocido con los títulos de Primer Itinerario Cultural Europeo en el año 1987 (Consejo de Europa); como Patrimonio de la Humanidad en 1993 (UNESCO) y Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en el año 2004. El Camino ha sido siempre, y lo sigue siendo, un lugar de encuentro para culturas y pueblos.

La importancia del Camino de Santiago para la ciudad de Burgos es significativa, no cabe ninguna duda de ello, es el eje configurador del Burgos medieval, es la columna vertebral que articula gran parte del entramado urbano del centro histórico burgalés. El Camino, a pesar de su antigüedad, sigue vivo: continuamente vemos discurrir por nuestras calles a peregrinos camino de Compostela.

Plano del Camino de Santiago en Burgos